En Otro Planeta
Se
abrió la puerta del ascensor y un grupo de pingüinos verdes, salió de su
interior.
Llevaba
tiempo pensando en cómo decirles a mis padres, que la idea de irme a Asetron,
era ya una realidad.
Vivir
en aquel planeta oscuro, me estaba ahogando como si fuera un pez sin agua
limpia.
Sin
embargo, la visión de aquellos seres disfrazados de pingüinos, me hizo
recapacitar en mis palabras:
-
Papá, mamá – Comenzaría mi discurso con tono dúctil y relajado – Mi mayor afán
en este universo es ser de utilidad – Respiraría hondo y continuaría hablando –
Así que me voy a salvar animales al Ultramundo Cercano… Espero que no os
moleste.
El
Ultramundo estaba a unas pocas horas en los vagones exprés, al lado de nuestra
casa. Mis padres creerían tener la oportunidad de verme cada semana y eso
suavizaría el primer impacto de mi marcha.
Con
lo que yo no contaba era, con lo que me esperaba al subir en aquel deteriorado
ascensor, hacia el piso de mis padres.
Nada
más entrar y cerrarse la puerta, se fue la luz.
Un
gran golpe, impactó sobre el cubículo.
Cerré
los ojos, deseosa de que aquello no fuera más que otra broma de los vecinos del
quinto, y encendí mi visor de imágenes holográficas.
Nadie
me había dejado ningún mensaje y parecía haber cobertura…
Contenta,
aunque todavía nerviosa por el impacto, me senté en el suelo sucio del
ascensor, ahora verde, por culpa de los disfraces de los anteriores usuarios.
Escuché
a alguien susurrar algo detrás de la puerta.
-
No hay nadie aquí. Tenemos que hacer que las manecillas del reloj vuelvan a
ponerse en marcha.
Creo
que se referían al reloj del último piso. Una Torre algo anticuada, pero muy
tecnológica.
-
Si no… - Hubo silencio – Nos quedaremos atrapados en esta época para siempre.
Un
pequeño hombre, vestido con una capa roja, entró en el ascensor atravesando una
de las paredes.
-
Hola. Imagino que eres la superviviente del tren – Su voz parecía robotizada –
No te preocupes… Vamos a sacarte de aquí.
Nada
tenía sentido.
Yo
vivía en aquella casa desde pequeña. Mis padres me esperaban arriba y nunca me
había montado en un tren. Estaban tan obsoletos como los libros de papel.
-
Tengo que advertirte – Me dijo aquel chico – Que nada ni nadie puede enterarse
de tu rescate.
Convencida
de que estaba en un sueño real, me pellizqué fuertemente uno de mis brazos.
-
Ay – Grité – ¿No estoy soñando?
El
personaje de la capa roja, me miraba con los ojos muy abiertos. Tanto, que se
podían leer sus pensamientos: “Niña extraña… ¿Pero qué hace?”.
Le
respondí que nada, que solo necesitaba comprender aquello y entonces
seguramente me despertaría en mi hamaca.
-
Eres una de las líderes de mi pueblo – Me dijo aquel hombre – Necesitamos que
nunca nos dejes Teresa…
Estaba
claro que se habían equivocado.
Intenté
explicárselo a mi rescatador:
-
Veamos – Le dije – No soy la líder de nadie y no me llamo Teresa… Tan solo soy
una Retolana más, que desea huir de este planeta tan asfixiante. Ah – Recalqué
– Y mi nombre es Turiel.
-
Tienes mucha imaginación Teresa – Me respondió el hombre – Y creo que esa es la
clave de tu futuro… Si lo tienes, claro.
Otro
estruendo se escuchó a un lado del ascensor.
-
Ha llegado el momento Teresa – Dijo – Coge mi mano e intenta no caer.
Lo
que pasó después está borroso en mi mente.
Sé
que un grupo de niños, disfrazados de pingüinos verdes, salían del ascensor,
cuando desaparecí de esa dimensión.
Observé
como mis padres bajaban corriendo por las escaleras, preocupados por el
terremoto que acababan de vivir.
-
Menos mal que Teresa no estaba en casa – Oí decir a mi madre – Si no, habría
volado escaleras abajo como un pájaro.
Teresa…
Ellos
también me llamaron Teresa…
No
podía recordar más. Aunque sabía que ese no era mi nombre. Ni aquel mi planeta…
Me
absorbieron estando dentro del ascensor y llegué a otro mundo, mucho menos avanzado
que el mío.
Me
dijeron que era su dirigente del futuro, y que por eso me salvaban.
No
sé…
Todo
es muy raro.
Desde
hace días descanso en una habitación acolchada con almohadas blancas.
Pensaran
que puedo dormir en las paredes o en el techo… Ni idea.
Lo
que sí espero es que pronto vengan mis padres reales y me saquen de este
ensueño, porque ya tengo sacado el billete para el planeta Asetron.
Solo de ida, por supuesto.
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